domingo, 15 de julio de 2012

Andrea Fabra, la sheriff de Potts Country

 

Le dije que decía la puta verdad, toda toda la verdad. Yo sólo me amaba a mí mismo y estaba dispuesto a hacer lo que fuera. Y que tenía que seguir mintiendo, valiéndome de chanchullos, bebiendo whisky, jodiendo con tías y yendo a la iglesia los domingos con las demás personas respetables.
  -Y aún te diré algo más -añadí-. Algo más sensato que todas las tonterías que he leído. Es mejor el ciego, tío John, es mejor el ciego que se mea por la ventana que el listillo que lo engaña para que lo haga. ¿Sabes quién es el listillo, tío John? Bueno, pues se parece a mucha gente, se parece a todos, a todos los hijos de puta que se vuelven cuando cae una moneda al suelo, a todos los cabrones que van con sus huevos por delante con un dedo en el culo y otro en la boca creyendo que no les pasará nada, a todos los chuloputas que piensan que la orina se les volverá limonada, a todas las almas cándidas hechas al parecer a imagen y semejanza de Dios y a quienes lamentaría profundamente encontrarme en una noche oscura. Incluso a ti, particularmente a ti, tío John; a la gente que se queda oliendo la mierda con la boca abierta y hace como que se sorprende cuando uno le mete en ella una boñiga. Sí, no puedes menos que ser lo que eres, apenas un pobre y viejo negro. Porque esto es lo que dices tú, tío John. Pero ¿sabes lo que yo digo? Yo digo que te den por el culo. Que no tienes más remedio que ser lo que eres y que yo no puedo evitar el ser lo que soy; y sabes jodidamente bien lo que soy y lo que tiene que ocurrir. Sabes rematadamente bien que no tienes amigos blancos. Debes saber condenadamente bien que no vas a tener ninguno porque apestas, tío John, y porque vas por el mundo pidiendo que te jodan bien jodido. ¿Cómo se puede tener un amigo así?
  Le vacié los dos cañones de la escopeta.
  Casi quedó partido en dos.
                                                                             
                                                                                                  1.280 almas, Jim Thompson



  Ya sabemos dónde ha aprendido la diputada Andrea Fabra ese lenguaje tan vulgar y esa rabia que se le arremolina en las palmas cuando aplaude: ¡en las novelas de Jim Thompson!

  El autor americano nació en una reserva india de Oklahoma y tuvo que desempeñar varios oficios que le aportaron las duras experiencias que luego refleja en su literatura con un estilo áspero y descarnado. Sus numerosos trabajos (redactor en un periódico, botones de hotel, obrero de la construcción, bracero, currante en un oleoducto, traficante de alcohol en los tiempos prohibidos, etc.) le llevaron irremisiblemente al estrés intenso, la bebida y la tuberculosis.

  A mí me hubiera pasado lo mismo, no sé a ti.

  Andrea Fabra, no crean, tampoco lo tuvo fácil. Tuvo que fatigarse mucho para llegar a ser asesora parlamentaria, gerente de Relaciones Internacionales de Telefónica, Secretaria Ejecutica de Política Social del PP valenciano, senadora, portavoz del PP en la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales del Congreso de los Diputados, vocal en la Comisión de Educación y Deporte y esposa de José Güemes, ex consejero de Empleo y de Sanidad en la Comunidad de Madrid.

  Si yo tuviera todos esos cargos, no sé tú, también aliviaría mi estrés en el bebercio, como Jim Thompson.

  Y como Jim Thompson, Andrea Fabra también tiene problemas económicos. ¿Tú no los tendrías si todos los meses tuvieras que hacer frente a dos hipotecas de 541.000 y 1,2 millones de euros? Aparte de los seguros de los dos coches que posee y de los cuatro planes de pensiones que superan los 55.600 euros.

  Pero la cosa no queda ahí. El padre Jim Thompson era un adinerado sheriff corrupto del condado de Caddo en Oklahoma. Tuvo que huir a México para evitar problemas legales por malversación de fondos públicos. Era un hombre alocado, jugador compulsivo, que hizo una fortuna en el petróleo y la dilapidó rápidamente.
  El padre de Andrea Fabra, mira tú por dónde, está imputado por diversos delitos de tráfico de influencias, por cohecho y por el delito fiscal correspondiente al ejercicio 1999. Creemos que no ha hecho fortuna en el petróleo, ni falta que le hace, porque tiene mucha suerte: le tocaron dos millones de euros en la lotería y le han regalado decenas de parcelas rústicas que luego se han convertido en urbanizables.

  O sea que yo veo, entre Andrea Fabra y Jim Thompson, vidas paralelas. Algún editor debería incluirlas en el libro de Plutarco, detrás de las vidas de Alejandro y Julio César y antes de las de Agesilao y Pompeyo.

  Así que no te sorprendas si Andrea Fabra habla como los personajes de las novelas de Jim Thompson. En el fragmento anterior de su novela 1.280 almas, el sheriff de Potts Country se llama Nick Corey y no tiene ningún incoveniente en cargarse al pobre y viejo negro tío John, que no ha hecho nada. Pero antes le suelta esa perorata:

  Pero ¿sabes lo que yo digo? Yo digo que te den por el culo. Que no tienes más remedio que ser lo que eres y que yo no puedo evitar el ser lo que soy; y sabes jodidamente bien lo que soy y lo que tiene que ocurrir. Sabes rematadamente bien que no tienes amigos blancos. Debes saber condenadamente bien que no vas a tener ninguno porque apestas, tío John, y porque vas por el mundo pidiendo que te jodan bien jodido.

  ¿No te parece sorprendente? ¡¡Andrea Fabra habla como el sheriff Nick Corey!!
  Andrea Fabra, antes de cargarse a los parados, les suelta el mismo discurso: ¡Que se jodan!
  Para Andrea Fabra los parados deben ser como el tío John, apestan y van pidiendo que les jodan. Si tío Jonh no tiene amigos blancos que le ayuden, los parados no tienen amigos banqueros o socios europeos que los salven.
  ¿A quién se le ocurre? ¿Quién quiere un amigo así, parado y sin influencias?

 Andrea Fabra va por el Congreso como Nick Corey por Potts Country. Ya me imagino a Andrea Fabra en su despacho de Génova, con los pies encima de la mesa y echándose una cabezadita, como hace Nick Corey en el Palacio de Justicia.


Este es Nick Corey:




Y esta Andrea Fabra:






¿A que acojona? Ponle las gafas de sol con espejo y ese sombrero de tejano.
¿No son la viva imagen?

En fin, con esta gente en el Congreso, ¿quién quiere seguir leyendo novela negra?

http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&v=M7BMzYdtV-k&NR=1

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