jueves, 10 de febrero de 2011

Casi como una novela

    El país del miedo es la última novela de Isaac Rosa.
Espera que te la cuento: un tipo llamado Carlos se da cuenta de que en su casa faltan pequeños objetos y pequeñas cantidades de dinero. Así que despide a la criada, que es mora (el narrador dice magrebí). Pero en verdad quien comete estos pequeños hurtos es su hijo, al que un compañero de clase maltrata. El padre, para acabar con el pequeño problema,  pide cita con el director del colegio, pero el pequeño matón lo ve y acaba también extorsionando al padre. Al final, un cuñado de este, que es policía, le da una paliza al niño, lo encierra en su maletero y ya está. Fin de la historia.
¿Sabes cuántas páginas tiene el libro? ¡Pues 314! Y sin dibujitos ni notas a pie de página.
¿Será posible? Pues claro, el truco está en lo siguiente: cada dos capítulos el narrador divaga sobre todos los tipos de miedo existentes: el miedo a que te asalten en casa, el miedo a que te peguen una paliza por la calle, el miedo a que tu hijo recién nacido se te caiga, el miedo a los hoteles solitarios, a los descampados, el miedo a los pobres, a los mendigos, a los resentidos, a los pobres resentidos (esto por lo visto es lo más peligroso, puesto que lo repite mucho), y así todo el rato.
¿No parece que estos capítulos están para rellenar, pues la historia es muy simple y aburrida? Incluso alguno de estos capítulos no es más que una recomendación sobre defensa personal extraída de Internet, o las "Recomendaciones de viaje a la República de ¡Guatemala! (sic)" ofrecidas por el ministerio de Asuntos Exteriores. ¿Por qué Guatemala? 
Yo creo que la novela ha aburrido hasta al propio autor. Mira lo que dice en la página 146: "Aún cabe incluir un tercer episodio, bien diferente, en este aburrido historial de experiencias propias". Ja, ja, ja, ya está cansado de escribir. En el fondo sabe que su historia es un rollo, un peñazo, un pestiño que no interesa a nadie.
¿No parece sino que la palabra "plúmbeo" se inventó para esta novela?


Suele decirse que en literatura la historia es lo de menos (asunto este que podríamos discutir), y que lo importante es el estilo, el cómo se cuenta la historia.Son muchas las novelas cuya trama es sumamente banal pero cuentan con un estilo poderoso, brillante, personalísimo, que las salva. Obviamente, no es el caso: en mi vida he leído nada más plano, aséptico, impersonal. Una cosa como escrita por una computadora o un delineante.
La novela está llena de frases como estas:
"Siempre llega con unos minutos de adelanto, prefiere salir con tiempo suficiente en previsión de un eventual atasco que le retrase y deje a Pablo solo a la puerta del instituto".  
O: "Por la mañana Pablo dice que le duele la barriga, que está malo y no quiere ir al instituto. Sara interroga al niño sobre el posible origen de su dolencia..." Y así hasta 314 páginas.

Pues bien, lo que verdaderamente da miedo viene ahora. La novelita ha recibido el ¡Premio Fundación José Manuel Lara 2008 a la mejor novela del año! No me digas que no es para echarse a temblar. ¿Qué han bebido los del jurado?, pensé. ¿Doble V? ¿Larios de garrafa? ¿Licor 43 con piña?
Por si fuera poco, el jambo, ya premiado, sale y dice: 

"Es una novela de miedo, sobre el miedo y contra el miedo".   Y  "Me interesan, como decía antes, obras y autores que proponen una literatura más exigente, que desnudan las trampas de la ficción y hacen la labor "desacralizadora-sacrogenética" que decía Martín Santos." 
¿Le interesa una literatura más exigente? Entonces no se leerá a sí mismo.
¿Que desnudan las trampas de la ficción? Sus trampas son muy evidentes: una historia moña trufada de reflexiones simples y sazonada con cualquier otro texto que venga bien.
¿Labor desacralizadora-sacrogenética? ¿Lo que, maestro? 

Ricardo Senabre ensalza el libro en una crítica para el Cultural. Lo que pasa es que no me creo nada.
Se ve que Ricardo Senabre también tiene que ganarse la vida. Mira a qué galimatías acude para justificar lo injustificable:


"El país del miedo parte de una teoría que poco a poco va siendo desalojada por el ejemplo práctico. Es como si, con una orientación casi didáctica y ejemplarizante, se arrancara de una concepción que podría calificarse como ensayística del tema central para desarrollar luego una historia -una novela, en suma- cuya función esencial fuese la de confirmar aquellos planteamientos iniciales."

Ja, ja. ¿No te da risa? Es como si..., orientación casi didáctica y ejemplarizante...,  podría calificarse, como ensayística... ¿No parece querer decir: "es como si hubiera hecho una novela pero casi que no"?

Además, a mí me da que es al revés. El tío ha escrito la historia y luego ha metido los capítulos con el rollo teórico sobre el miedo. ¿Que la novela se queda corta? Pues te meto unos apuntes sobre la peligrosidad en Guatemala. ¿Qué la concepción como ensayística del tema queda un poco noña? Pues, para darle profundidad, te meto tres citas sobre el miedo de Zygmunt Bauman, Ray Surette y Mike Davis. Ya sabemos que cuanto más desconocidos sean los tipos más prestigio tienen.

Pero Ricardo Senabre continúa con la crítica y ya ni se molesta en disimular:
 Algún pasaje reiterativo y desmañado, como el de las páginas 220-223, hubiera necesitado una reescritura.

¿Solo una?

Posee, como virtud esencial e indiscutible, la plasticidad de una prosa rica y variada, que a veces basta por sí misma para sostener historias poco imaginativas.

¿Historias poco imaginativas? Ja, ja. Más bien, el ejercicio de estilo de un 1º de la ESO.
En fin, para ir terminando. Que El país del miedo fue premio Fundación José Manuel Lara 2008 a la mejor novela del año, un premio que han ganado gente tan importante como Andrés Trapiello o Vila-Matas.
¿Qué diablos se escribió en 2008 para que esta novela fuera premiada?
Isaac Rosa es columnista habitual de Público. Si lees sus artículos verás que siempre está criticando al PP y defendiendo al PSOE. Lo que daría miedo de verdad es pensar que la concesión del premio es una recompensa por tantos años de fidelidad a una ideología, un reconocimiento a la denodada entrega a la causa. Menos mal que esto es España y aquí estas cosas no pasan. 
Le decía Melibea a Calisto al principio de la Celestina: "Pues aún más igual galardón te daré yo si perseveras".
Pues eso.

4 comentarios:

  1. Había oído hablar de la novela, pero no me motiva mucho leer algo que tenga una crítica como la que has expuesto (que por cierto me ha encantado) y más aún, viniendo de ti. De todas formas, intentaré buscar el libro y comprobar lo que dices.

    La visión crítica de los mortales es de las cosas que más se echan de menos en la sociedad actual, en la que la alienación de las conciencias de la que hablaba Freire parece cada vez más predominante y sorprendente a la vez.

    Un abrazo.

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  2. Y como tu, experimentado lector, has escogido esta obra para pasar tu tiempo, con la de clasicos que aun te quedan por descubrir, o la de autores que sabes que te garantizan un buen libro??

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  3. ¡Cómo está la vida! Al final, Galván, Galván, hijo y nieto de Galvanes, vamos a acabar añorando al gato morrongo, a Marisaladilla (a Marisalidilla ya la añoramos) y al buenazo de Stein. Al tiempo.

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  4. Joaquín, léete la novela y luego me dices. Me gustaría saber la opinión de otra persona. Y luego, si hace falta, discutimos, nos peleamos, nos tiramos a la cabeza el butacón ese sobre el que me hiciste dormir una vez, mamón, lo que tú quieras, pero tiene que haber botellas de vino por delante.

    Valle, amor, compré la novela para saber qué escribían los jóvenes autores de hoy día. Para curarme, me cogí luego El poder del perro, novela grande de Don Winslow. ¡No te la puedes perder!

    Pablo, don Lomí, por lo menos con Fernán Caballero (la Ceci) nos reíamos. Y recuerda que hay fotos de nosotros bajo su enorme estatua en el Puerto.

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