viernes, 23 de julio de 2010

¿De qué hablamos cuando hablamos de Carver?



La literatura de Raymond Carver es una literatura descarnada, desasosegante, brutal, no apta para pusilánimes o gente remilgada. Y digo todo esto porque leer sus cuentos es como asomarse por un precipicio.

Sus mejores cuentos nos sumergen en ambientes cotidianos –la suite de un motel de carretera, el estudio de una casa en Wisconsin, una barbería de Oregon- donde aparentemente no pasa nada. Sin embargo percibes pronto que tras esa aparente calma los personajes están en una continua agitación interior, unos personajes destrozados, sufrientes, perdedores, machacados por el peso de la soledad y la rutina. Acojona comprobar que la incomunicación es el tema principal de sus relatos, o la derrota, porque por sus páginas cruzan las vidas rotas o a punto de romperse de matrimonios que han oxidado con su torpeza en lo cotidiano y su tedio asqueante el aire farragoso y como lleno de cristales que respiran. Al leer las historias desoladoras de estos personajes perdidos uno siente picotear dentro de su pecho la angustia como una paloma negra y errabunda, pero eso no impide que sientas compasión, incluso amor, por estos seres que beben Teacher´s, fuman, se despiertan en mitad de la noche, follan, van de pesca, cenan con sus amigos, dudan y tienen miedo y hermosas casas con jardín.

Para ello el genio de Carver se inventa el realismo sucio, reduciendo la narración al mínimo, a lo esencial, prescindiendo de adjetivos superficiales y descripciones innecesarias, creando un estilo desnudo, seco, brillante, preciso, del que se vale para retratar magistralmente la vida anodina y vulgar de sus personajes.

Carver, norteamericano de padre alcohólico y madre camarera, es considerado como uno de los grandes maestros del relato breve junto a Chéjov, al que dedicó, por cierto, un relato titulado “Tres rosas amarillas”.

Puedes leerte sus relatos este julio, repantigado en una hamaca playera al frescor de un tinto de verano o en un avión camino de Noruega, pero no lo hagas nunca en mitad de la noche, iluminado por una luz débil, en sonora soledad y lejos de tus seres queridos porque al finalizar la lectura sentirás una necesidad intolerable de abrazarte a alguien y de que alguien te abrace. La editorial Anagrama tiene publicados todos sus libros de relatos. Te emocionarán ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, Short Cuts, Tres rosas amarillas, Si me necesitas, llámame y ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

2 comentarios:

  1. Carver encerró al siroco entre las páginas de sus libros y, al abrirlos, recibimos la descarga del cuerpo sin vida al que unos pescadores atan para que la corriente no se lo lleve y para que siga ahí cuando el fin de semana termine, o la pulsión galvanizante del pastelero que acaba invitando a bollos y a café a la madre de la niña muerta.

    Así es Carver, apto (o no) para noches en vela solo si sabes que mañana despiertas de la pesadilla.

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  2. Pues yo me pregunto cómo encajarían tres papeles de colores cada vez más devaluados y relegados a la oscuridad de un peltre cajón en una habitación cualquiera en las mínimas y desgarradoras narraciones del genio. Y ¿qué me dices del desasosiego que habita en la mente olvidadiza que espera que esa incomunicación entre el poseedor y lo poseído deje de ser una realidad rota por una llamada ansiosamente esperada o, por qué no, por una desoladora nota cibernética?

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